Actualizado: 01/09/2022
Los molinos de viento persas de Nashtifan, al noroeste de Irán, están a punto de silenciarse para siempre después de haber molido grano para los habitantes de este pueblo durante más de un milenio.
Considerados como los más antiguos del mundo, estos molinos que han sido además declarados patrimonio nacional por el gobierno iraní fueron el germen de una estructura que, de la antigua Persia, se extendió por todo el mundo, desde Asia Central a Oriente Medio, además de por Extremo Oriente, la India y Europa, incluida después La Mancha.
Pese a los siglos transcurridos desde que se pusieron en pie, alrededor de treinta molinos perviven en esta zona árida de la provincia de Razani Khorasan, muy próxima a Afganistán, donde siguen batiendo sus astas como entonces.
Ideadas principalmente para obtener harina, estas estructuras de algo más de 15 metros de altura y de un color pardo que parece tomado de la propia tierra, no solo están plenamente incorporadas al día a día de la localidad, sino que son parte de la esencia de este rincón del mundo donde, precisamente, el viento es un recurso inagotable.
De la potencia de los vientos que soplan en esta región iraní tomó de hecho su nombre la población en la que todavía es posible asomarse a esta ventana abierta a ese pasado en el que se idearon y se pusieron en pie los primeros molinos del mundo.
No serán, los de Nashtifan, molinos de viento modernos ni eficientes, pero el viento que llega a soplar a hasta 120 kilómetros por hora los ha mantenido activos durante siglos.
Tras estas estructuras, siempre ha habido alguien ocupado de que siguieran operando. Actualmente, ese alguien es Mohammad Etebari, responsable actual de los molinos, que envejece poco a poco. Pese al arraigo de estas estructuras en la población local, Etebari aún no ha sido capaz de encontrar a nadie interesado en convertirse en su aprendiz y a quien transmitir sus conocimientos para, el día en el que llegue su retiro, cederle el testigo.
Sin candidatos para atenderlos diariamente, estos molinos enmudecerán para siempre tras haber batido sus aspas durante siglos y tras haber resistido, a merced del viento, alzados solo en un adobe que, más que simple arcilla, es hoy patrimonio histórico del país.
Lidia Henales dice
Que maravilla
Gil dice
Impressionnantes