Actualizado: 15/03/2021
No es el tamaño de la boya lo que cuenta, es el movimiento en el océano. En realidad, ambos son muy importantes. Por lo menos cuando hablamos del nuevo sistema CETO. 5: La primera gama de generadores de energía de las olas que se conecta a una red eléctrica en Australia y en todo el mundo.
Un sistema limpio, eficiente, sin emisiones contaminantes que ya se encuentra conectado a la red eléctrica de Australia, y dando suministro de electricidad a la base naval más grande de aquel país.
En funcionamiento y experimentación está actualmente CETO 5, el nombre de la antigua diosa del mar griego, parte de una iniciativa multimillonaria construida para demostrar la viabilidad comercial de la energía de las olas a gran escala. El sistema ya está dando que hablar en Australia.
CETO 5 (la quinta generación de la tecnología CETO) es un conjunto modular de 3 boyas, totalmente sumergido, y donde cada boya es capaz de generar 240 kilowatts (kW) 240 boyas kW. Como las olas oceánicas mueven las boyas, que a su vez activan las bombas, empujando el agua a presión a través de las turbinas, al mismo tiempo que alimentan un sistema de desalinización. En el vídeo creado por Carnegie Wave Energy, la compañía detrás del sistema CETO, se muestra cómo funciona.
Según la empresa tiene una serie de posibles ventajas comerciales frente a otros sistemas de generación de energía de las olas («¿hay más de uno?»): El diseño modular de CETO permite escalabilidad personalizable, y al estar sumergido por completo los equipos menos susceptibles a los posibles daños causados por las tormentas y la erosión de la intemperie. Como explica el ministro de Energía Australiano, Ian Macfarlane, el flujo y reflujo del océano es una fuente de energía mucho más fiable que la energía solar o eólica.
Hoy celebramos que el sistema lleva 14.000 horas de funcionamiento acumuladas. El proyecto está funcionando tan bien, que ya se está preparando una nueva generación, CETO 6.
Más información: carnegiewave.com
Hugo Torres dice
Las tecnologías, la ciencia y el conocimiento humano se debe desarrollar, madurar para beneficio de los seres vivos, sin alterar o destruir los ecosistemas que nos fueron prestados para nuestra existencia.