Actualizado: 22/10/2023
Uno de los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas es garantizar normas de producción y consumo sostenibles – el objetivo número 12 de los 17 que habrá que cumplir de aquí a 2030 por los 193 países que forma la ONU.
Para lograr este objetivo, un camino a seguir es la reducción en la generación de residuos por medio de la prevención, el reciclaje y la reutilización.
El reciclaje se asocia a menudo con materiales como el plástico, papel, metal o vidrio. Sin embargo, lo que mucha gente aún no sabe es que los residuos orgánicos – que consiste principalmente en los alimentos sobrantes – también pueden ser reciclados y transformados en abono orgánico a través de un proceso llamado compostaje.
Un gran ejemplo es la iniciativa de compostaje que ha conquistado a los residentes de la ciudad de Río de Janeiro llamada «ciclo orgánico», ideada por el ingeniero medioambiental Lucas Chau. Se dio cuenta de que mucha gente, como él, se preocupaban por los residuos orgánicos y buscó una solución para su correcta eliminación, Lucas comenzó a ofrecer el servicio de recogida y compostaje de este basura orgánica.
«Mucha gente piensa que lo orgánico no es reciclable porque el compost está poco extendido y no es tan común como reciclar otros materiales. Cuando la persona percibe la cantidad de residuos que ha generado, comienza a darse cuenta de qué residuo era y cómo consume«, dice Lucas ante el centro de información de las Naciones Unidas para Brasil. Añade que en la ciudad de Río de Janeiro, la basura orgánica representa un poco más de la mitad de los residuos producidos.
Los participantes reciben un pequeño balde de 10 litros y una bolsa de plástico biodegradable – hecha de maíz y patatas.
Actualmente, el proceso tiene lugar en el Parque Hammer, en el Humaitá, zona sur de Río de Janeiro. Lucas utiliza ese lugar y, a cambio, la mitad del compost es para la Asociación de propietarios que hace la gestión del espacio.
Al final del mes, los usuarios del ciclo orgánico reciben un correo electrónico informando de la cantidad de residuos que se han descartado, la cantidad de fertilizante que se ha producido y la cantidad de emisiones de CO2 que se han evitado. Esto termina generando una reflexión sobre lo que se consume y hace comprender de que el residuo orgánico tiene valor y puede ser aprovechado.
«El consumo también se cambia, porque ahora sabes lo que es «compostable» y lo que no. Todo lo que no se recicle va al vertedero y empezamos a ser conscientes de ello«, dice Elizah Rodrigues, usuario del servicio de compost.
En sólo dos años y medio, el proyecto – con 650 familias y 26 establecimientos comerciales y escuelas – ya ha reciclado 260 toneladas de residuos orgánicos.
El participante tiene el derecho de elegir entre recibir un vale para tiendas o el compuesto orgánico. O donar su recompensa a los jardines comunitarios de la localidad del parque Hammer.
El proyecto funciona, por el momento, en la zona sur, Barra da Tijuca y centro do Rio de Janeiro, pero aquellos que no viven en estas áreas pueden llevar su balde a una de las estaciones de recolección.
Una fantástica iniciativa para valorizar nuestra basura.
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