Actualizado: 01/05/2022
Por mucho que se hable de ella desde hace décadas, la energía solar pasiva es todavía una gran desconocida, en especial si se compara con la solar fotovoltaica que, frente a la anterior, se incluye dentro de lo que se conoce como energía solar activa.
Si, hasta ahora, no habías sido del todo consciente de la existencia de estas dos categorías, te contamos qué diferencias existen entre una y otra, además de exponer para qué sirve la energía solar pasiva y todo lo que puede dar de sí para edificios de oficinas y viviendas, así como para particulares que quieran aprovechar al máximo las posibilidades que ofrece el sol.
Energía pasiva vs energía activa
Como ya hemos avanzado, la energía fotovoltaica se encuadra, junto con la solar térmica, en los aprovechamientos activos de la energía solar. Y es que esos equipos, los paneles fotovoltaicos de un lado, y los colectores de otro, constituyen una de las principales diferencias entre la energía solar activa y la pasiva.
Mientras que la energía solar activa requiere de un equipo adicional y de un proceso de conversión de la energía capturada (en electricidad en el caso de la fotovoltaica, y en calor en el de la térmica), en la energía solar pasiva no hay ni intermediarios ni procesos intermedios. El aprovechamiento es directo.
La diferencia es de peso, puesto que, por ejemplo, evita las inversiones en tecnología solar. No obstante, lo que se quita por un lado se pone por otro. El aprovechamiento pasivo de la energía que procede del sol no es posible sin reformas en construcciones preexistentes. En el caso de las edificaciones de nueva construcción, para sacar rendimiento a esta alternativa tiene que figurar entre las líneas de diseño y de construcción del proyecto.
Cómo aprovechar la energía pasiva
Lo anterior se explica en el peso que elementos constructivos como ventanales, ventanas al uso o incluso tejados diáfanos tienen en el aprovechamiento de la energía del sol. De estos elementos y de bastantes más depende que, sin más necesidad que la luz del sol, esta pueda aprovecharse para la climatización de un edificio o vivienda.
De hecho, el potencial de esta opción para reducir el gasto en las facturas a costa de calefacciones y aires acondicionados es uno de los principales fuertes de esta alternativa. Otra ventaja que también es de peso es la posibilidad que ofrece para aprovechar la luz natural y reducir la dependencia de la iluminación artificial.
«Un diseño solar pasivo aprovecha la ubicación de un edificio, el clima y los materiales para reducir el consumo de energía”. Lo explica el Departamento de Energía de Estados Unidos, que pone precisamente como ejemplo de aprovechamiento pasivo de la energía solar el muro Trombe, alternativa para ahorrar en las facturas muy asequible y eficaz.
Básicamente, por tanto, de lo que se trata es de que, gracias a la entrada de luz, así como a la buena ventilación y aislamiento, entre otros aspectos, la energía del sol aporte calor en invierno. Por su parte, un sistema bien ideado logrará mantener la temperatura en verano, sin sobrecalentamientos, gracias a las corrientes de aire y al nivel de masa térmica del material que se haya elegido para los muros.
Componentes indispensables de la energía solar pasiva.
La masa térmica, como se apuntaba, es un elemento crucial dentro de este esquema. Hormigón, ladrillos, piedra o azulejos son algunos de los materiales que mejores resultados ofrecen para viviendas solares pasivas, por su capacidad para absorber y retener el calor tanto en temporadas cálidas como en épocas más frías.
Junto a lo anterior, las ventanas u otras superficies que permitan aprovechar la iluminación solar son clave tanto para capturar la energía del sol como para que no haya sobrecargas. Con esto, un buen aislamiento interior, así como mecanismos que transfieran el calor y, si es posible, que permitan controlarlo, es posible estabilizar la temperatura de una vivienda, sin gastos y sin impactos para el medioambiente.
Esta alternativa, que se está extendiendo en combinación con la solar activa en edificios de oficinas, entre otros, requiere, es cierto, de una inversión inicial en construcción o en adecuación de la edificación. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el gasto inicial lo compensa el bajo coste de mantenimiento y el ahorro que propicia en las facturas. Por ello, no está de más sopesar esta alternativa que permite dar un paso más en un modelo energético más eficiente.
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