Se espera que para el 2050 la población mundial esté entre 9 y 10 mil millones de personas, a diferencia de los 7 mil millones en la actualidad. El aumento se distribuirá en las ciudades gigantes o en la multitud de ciudades de más de un millón de habitantes. La gestión sostenible del ambiente de estos grandes espacios urbanos es uno de los mayores retos del siglo XXI.
En 2050, el 66 % de la población mundial podría vivir en ciudades, frente al 54 % de 2014 y el 30 % de 1950, según el informe de la ONU sobre las perspectivas de la urbanización.
Las ciudades del futuro
En 35 años, unos 2.500 millones de personas adicionales poblarán las áreas urbanas. Este aumento es equivalente a la creación de 70 ciudades con más de un millón de habitantes cada año para 2050.
Aproximadamente el 90 % de este aumento debería registrarse en África y Asia, que ahora son en su mayoría continentes rurales, y menos desarrollados. India, China y Nigeria serán los tres países más afectados. Las aglomeraciones en las Américas y Europa -ahora con mucho los continentes más urbanizados-, experimentarán un aumento moderado.
Las «megaciudades» del mundo (llamadas cuando superan los 10 millones de habitantes), lideradas por Tokio, Nueva Delhi, Shanghai, Ciudad de México, Mumbai (Bombay) y São Paulo, continuarán creciendo ya que habrá más de 40 en 2030; en comparación con 28 en 2016.
Ante este panorama, la gestión de la ciudad del futuro se ha convertido en un importante reto del desarrollo en el siglo XXI. Empresas de ingeniería como CAYCCA hablan de dos factores que lo acentúan:
- La urbanización es extrema en los países en desarrollo donde los problemas de infraestructura son más agudos. La vivienda suele ser precaria. El tratamiento de las aguas residuales y los residuos es generalmente insuficiente y el transporte está congestionado.
- La urbanización desenfrenada se produce cuando el planeta enfrenta las consecuencias del cambio climático, y es probable que se acumulen los problemas. Los fenómenos meteorológicos extremos, los riesgos para la alimentación y la salud, la fragilidad de las zonas estuarinas hacen que la gestión urbana sea más compleja.
Los retos medioambientales
La ONU habla de desarrollo sostenible como aquel que tiene por objetivo hacer compatibles -a largo plazo-, las demandas del medio ambiente, el desarrollo económico y el progreso social.
Aplicada a las ciudades, la sostenibilidad involucra el medioambiente. Se refiere tanto a la contaminación del aire, que alcanza dimensiones catastróficas en China, como al suministro y tratamiento de agua, un problema importante en El Cairo, por ejemplo, el saneamiento y el tratamiento de residuos.
Con las demandas climáticas, las ciudades están cada vez más preocupadas por sus emisiones de CO2. Algunos como Copenhague apuntan, en última instancia, al término «neutralidad de carbono«, más bien teórico.
El uso de energías renovables, la renovación de viviendas, la reducción del tráfico de automóviles son las herramientas esenciales de estas políticas, que son cada vez más lideradas por asociaciones públicas y privadas.
En Europa, las ciudades, incluso si experimentan un desarrollo menos espectacular que en África o Asia, están programadas para continuar creciendo con la evolución de los modos de intercambio y producción.
Pero este problema de la urbanización avanzada debe necesariamente tener en cuenta el otro gran fenómeno de este nuevo siglo: el cambio climático. ¿Cómo combinar el crecimiento de la población en espacios pequeños con la necesidad de luchar contra la degradación ambiental?
Se exploran varias pistas y, sin duda, serán complementarias. Lo más interesante concierne a la eficiencia energética. Si bien las ciudades en expansión son una fuente importante de emisiones antropogénicas de CO2, también son una parte esencial de la solución al permitir que las soluciones se globalicen.
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