Actualizado: 05/07/2024
En un mundo donde la sostenibilidad y la eficiencia energética son cada vez más cruciales, un detalle aparentemente menor como el color del techo de una vivienda puede tener un gran impacto. La elección entre un techo oscuro y uno claro no solo afecta la estética de una casa sino también su funcionalidad y, más importante aún, el coste de mantenerla fresca durante los meses de verano. Esta situación se hace especialmente palpable en los países más cálidos, donde la tendencia hacia techos oscuros en nuevas urbanizaciones contribuye a un aumento considerable en el consumo de energía para refrigeración, lo que se traduce en facturas de electricidad más elevadas para los propietarios.
Techos oscuros: El coste oculto de la estética moderna
Un estudio reciente en Nueva Gales del Sur (Australia) concluyó que el coste promedio de electricidad para un hogar ascendió a A$1827 anuales. Sin embargo, aquellos con techos de colores claros o techos fríos, capaces de reflejar más efectivamente el calor, disfrutaron de hasta $694 menos en sus facturas debido a una menor necesidad de refrigeración. Es decir, un techo oscuro en Sydney puede incrementar tu factura de electricidad en un 38%.
El efecto isla de calor urbano
Cuando las urbanizaciones están llenas de tejados de colores oscuros, toda el área se calienta de manera significativa, aumentando el efecto isla de calor urbano. Los techos claros, o «techos frescos», no solo reducen la cantidad de calor que penetra en las casas, sino que también disminuyen la temperatura del aire circundante, aumentan la eficiencia del aire acondicionado y mejoran el rendimiento de los paneles solares fotovoltaicos.
Falta de acción gubernamental
A pesar de los beneficios claros, la adopción de techos claros es lenta en todo el mundo. Los planes para prohibir los techos oscuros son muy raros. Los estándares de sostenibilidad en construcción que habrían fomentado el uso de techos claros. Esta falta de acción no solo resulta en facturas de electricidad más altas para los propietarios sino que también complica el alcanzar las metas de reducción de emisiones.
Las ciudades del mundo son responsables del 75% de las emisiones de dióxido de carbono relacionadas con la energía. Es vital entender qué hace que las ciudades sean más calientes o más frescas. Antes de la llegada del aire acondicionado, la principal estrategia para mantenerse fresco era el diseño de las viviendas para maximizar la ventilación natural y la sombra. Sin embargo, con la democratización del aire acondicionado, muchas de estas prácticas se abandonaron. Hay muchas cosas que nuestros abuelos hacían para luchar contra el impacto del calor, pero hoy día hemos olvidado la mayoría de ellas.
Soluciones para enfriar nuestras ciudades
No tenemos que resignarnos a sufrir el calor. La elección de techos claros, caminos más claros y una mejor cobertura arbórea puede marcar una diferencia real. Por ejemplo, las calles con árboles grandes experimentan menos de la mitad de los días de calor extremo en comparación con las calles sin árboles. Además, el asfalto negro es una fuente sorprendentemente grande de calor. Investigaciones muestran que los selladores reflectantes pueden reducir las temperaturas hasta en 13°C.
Las medidas proactivas como la prohibición de tejados oscuros en nuevas construcciones, no solo reducirán el consumo de energía para refrigeración sino que también contribuirán a combatir el cambio climático.
La elección del color del techo no es meramente estética; tiene gran importancia para el consumo de energía, la facturación eléctrica y el confort térmico de las viviendas. Es hora de reconsiderar nuestras preferencias y prácticas de construcción para favorecer soluciones más sostenibles y eficientes energéticamente.
Actualmente se están desarrollando tecnologías para ahorrar energía y dinero y a prolongar la vida útil del tejado de los edificios, como es el caso de CoolRoof. Una cubierta de cubierta que evita el sobrecalentamiento provocado por la radiación solar, bloqueando el calor inducido antes de que entre en el edificio.
Otra de las tecnologías que se adaptado a esta práctica eficiente es la fotovoltaica, se han desarrollado los primeros paneles fotovoltaicos blancos para todo tipo de viviendas.
¿Qué es el efecto isla de calor urbano?
El efecto isla de calor urbano es un fenómeno meteorológico que se produce cuando una ciudad o área metropolitana es significativamente más caliente que sus áreas rurales circundantes, debido a actividades humanas y modificaciones en el paisaje. Este incremento de temperatura se debe principalmente a la absorción y almacenamiento de calor por parte de edificios, calles y otras infraestructuras urbanas, así como por la emisión de calor de vehículos, industrias y sistemas de calefacción y refrigeración.
Causas Principales
- Materiales de Construcción: Los materiales utilizados en la construcción urbana, como el concreto y el asfalto, tienen una alta capacidad para absorber y retener calor, lo que contribuye al aumento de la temperatura.
- Densidad de Edificación: Las áreas densamente construidas con poca vegetación y espacios abiertos limitan la dispersión del calor y la evapotranspiración, un proceso por el cual las plantas liberan agua al aire, enfriando así el ambiente.
- Actividades Humanas: La energía utilizada en hogares, industrias y transporte genera calor, contribuyendo al aumento de la temperatura.
- Reducción de Áreas Verdes: La deforestación urbana y la pérdida de espacios verdes reducen la capacidad de las áreas urbanas para enfriarse naturalmente.
Efectos
El efecto isla de calor urbano tiene varias consecuencias negativas para el ambiente y la salud humana:
- Aumento de Temperaturas: Las temperaturas más altas pueden afectar negativamente la calidad de vida, incrementando la demanda de energía para refrigeración y elevando el riesgo de golpes de calor y otras enfermedades relacionadas con el calor.
- Calidad del Aire: El aumento de temperatura puede intensificar la formación de ozono en superficie y otros contaminantes, empeorando la calidad del aire.
- Consumo de Energía: La demanda de energía para la refrigeración de edificios se incrementa, lo que a su vez puede llevar a un mayor uso de combustibles fósiles y emisión de gases de efecto invernadero.
- Agua: La demanda de agua puede aumentar para riego y otros usos, poniendo presión sobre los recursos hídricos locales.
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