Actualizado: 13/08/2022
“Dame tus desechos y te daré una sonrisa para la vida”. La frase pertenece a Tateh Lehbib, un joven ingeniero saharaui que, solo con desperdicios y muchas ganas, ha empezado a repartir esas sonrisas entre los refugiados saharauis que viven en los campamentos de Tinduf, en Argelia, para los que ha ideado un modelo de vivienda alternativo capaz de plantar cara a las duras condiciones de vida del desierto.
Como anticipa su mote – ‘El loco de las botellas’– ese elemento tan abundante en los campos, hasta ahora como desecho, es la base de su propuesta para sustituir las tradicionales casas de adobe y techo de chapa que han proliferado en los campamentos pese a convertirse en auténticos hornos cuando el calor aprieta hasta los 50 grados, y a su enorme vulnerabilidad ante inundaciones que, solo en los dos últimos años, echaron abajo hasta 9.000 de estas viviendas.
Para enfrentar esta precariedad y mejorar las condiciones de vida de una comunidad que, tras la palestina, es de las que más años lleva como refugiada (desde 1975) este ‘Loco de las botellas´ recopiló tantas como pudo para usarlas como cimientos y como muros exteriores; para lo que las rellenó de arena, cemento y tierra con paja.
Colocadas sobre la primera vivienda que construyó, que cambia la forma tradicional para convertirse en circular, estas botellas funcionan como aislante térmico, algo de lo que también se preocupa el propio techo, ideado para favorecer la ventilación y dotado de dos ventanas que permiten que el aire corra. Entre un avance y otro, la temperatura interior se reduce en cinco grados, como mínimo.
“Recordé un documental que había visto sobre construcción con botellas de plástico, y pensé: ¿Por qué no intentarlo?”, explica Tateh Lehbib sobre un proyecto que, además, al optar por casas en forma de círculo las hace más resistentes al viento y a las tormentas de arena que azotan la zona.
Este experimento, al que se lanzó el joven licenciado por la universidad de Argel y máster en eficiencia energética por la Universidad de Las Palmas para ofrecer una casa más segura y confortable a su abuela, resultó tan atractivo que el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) decidió respaldarlo.
Cuando ACNUR conoció este proyecto, decidió financiar con su Fondo de Innovación la construcción de 25 casas de este tipo, destinadas a las familias más vulnerables en los cinco campamentos saharauis de Auserd, Boujdour, Dakhla, Smara y Laayoune.
Mientras el modelo se extiende, Tateh Lehbib, quien ha recibido el premio Personalidad del Año 2016, ha conquistado ya a la comunidad, en la que empiezan a aflorar los espacios para la recogida de botellas con las que seguir alzando casas, dibujando sonrisas y promoviendo la sostenibilidad puesto que, aunque en los campamentos saharauis el reciclaje sea un concepto por explorar, sí hay margen para reutilizar materiales que, como el plástico, les sobran. Por ello, y como dice este joven que sueña con que llegue el día en el que los refugiados saharauis dejen de serlo, “el tiempo es lo único que no podemos reciclar”.
Más información en ACNUR.
Imágenes: Tateh lehbib breica.
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