Estudio revela que cuatro políticas globales podrían eliminar más del 90% de los residuos plásticos y reducir el 30% de emisiones de carbono relacionadas para 2050
Un estudio publicado en Science determina que la implementación de solo cuatro políticas podría reducir en un 91% los residuos plásticos mal gestionados—es decir, aquellos que no se reciclan ni se eliminan correctamente y terminan como contaminación—y disminuir en un tercio las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con el plástico.
Las políticas propuestas son:
- Obligar que los nuevos productos se fabriquen con un 40% de plástico reciclado posconsumo.
Este enfoque fomenta la reutilización de materiales existentes, disminuyendo la dependencia de nuevos recursos y reduciendo el volumen de desechos. - Limitar la producción de plástico nuevo a los niveles de 2020.
Al establecer un tope en la producción, se busca desacelerar el crecimiento de plásticos desechables y fomentar la innovación en alternativas sostenibles. - Invertir significativamente en la gestión de residuos plásticos, incluyendo la mejora de los sistemas de recolección y la construcción de infraestructuras modernas, como rellenos sanitarios seguros.
- Aplicar un pequeño impuesto al embalaje plástico.
Este incentivo económico puede fomentar la reducción del uso de plásticos de un solo uso y apoyar financieramente las iniciativas de reciclaje.
Estas medidas no solo ayudarían a mitigar la contaminación plástica, sino que también traerían beneficios climáticos significativos. Según el estudio, la implementación de estas políticas reduciría emisiones de gases de efecto invernadero en un volumen equivalente a retirar 300 millones de vehículos impulsados por gasolina durante un año.
Contexto y urgencia del tratado global sobre plásticos
El estudio, titulado “Pathways to reduce global plastic waste mismanagement and greenhouse gas emissions by 2050”, fue realizado por investigadores de la Universidad de California en Berkeley y la Universidad de California en Santa Bárbara. Sus resultados llegan en un momento crítico, justo antes de las negociaciones finales para el primer tratado jurídicamente vinculante contra la contaminación por plásticos, que tendrán lugar en Busan, República de Corea, del 25 de noviembre al 1 de diciembre.
Sin acción inmediata, el futuro es alarmante. Si no se toman medidas, el consumo anual de plástico aumentará un 37% entre 2020 y 2050, y la contaminación plástica casi se duplicará en el mismo período. Además, las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas al plástico alcanzarían 3,35 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente para 2050, lo que equivale a la operación anual de casi 9.000 plantas de energía a gas natural o al consumo energético de más de 436 millones de hogares.
Un problema de justicia ambiental global
Los países del Sur Global continúan soportando la mayor carga de la crisis del plástico, ya que carecen de infraestructuras adecuadas para gestionar los residuos de manera eficiente. Los mecanismos de financiamiento propuestos en el tratado podrían dirigir inversiones cruciales hacia estas regiones, ayudando no solo a reducir la contaminación, sino también a abordar un problema de justicia ambiental global.
«Soy optimista sobre un futuro sostenible», señaló la Dra. Nivedita Biyani, investigadora del Laboratorio de Ciencias Oceánicas Benioff. «Este trabajo demuestra que podemos alcanzar niveles mínimos de residuos plásticos mal gestionados si actuamos juntos. Un mecanismo clave será garantizar la transparencia en la cadena de suministro, desde la producción hasta el comercio del plástico».
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Innovación y datos al servicio del planeta
El estudio se basa en un modelo innovador desarrollado mediante inteligencia artificial, que combina datos sobre crecimiento poblacional y tendencias económicas para predecir la producción, contaminación y comercio de plástico en el futuro. Este enfoque proporciona herramientas prácticas para los responsables políticos, permitiéndoles adaptar las estrategias según las necesidades específicas de sus países.
El mensaje es claro: Las negociaciones de Busan representan una oportunidad única para tomar medidas globales coordinadas que podrían cambiar el curso de la crisis del plástico. Sin embargo, esto requiere ambición, colaboración y un compromiso real de todas las naciones para priorizar la salud del planeta y las generaciones futuras.
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