Actualizado: 05/07/2024
Los grandes mamíferos marinos, como las ballenas, desempeñan un papel fundamental en el ciclo del hierro en el medio marino, contribuyendo directamente al crecimiento del fitoplancton y a la retención del carbono atmosférico.
Ahora, por primera vez, los científicos han descubierto cómo un animal mucho más pequeño, con un sistema digestivo no menos poderoso, ha estado bombeando hierro a las aguas superficiales del Océano Austral cada año, ayudando a que el plancton vegetal esencial prospere.
Un equipo de investigación dirigido por Oleg Belyaev, del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN), ha descubierto que la población mundial de pingüinos barbijo (Pygoscelis antarctica) devuelve cada año a las aguas antárticas más de 574 toneladas del crucial metal a través de su guano, el producto de la acumulación de sus excrementos.
Es la primera vez que se estudia el enorme papel de estas aves en el ciclo del hierro, y pone de manifiesto la delicada interconexión del ecosistema. Los investigadores creen que, a pesar de la gran contribución de los pingüinos a la salud de los océanos, su población se ha reducido a la mitad desde los años ochenta, con lo que la mitad de los nutrientes vuelven al mar.
Los pingüinos ocupan zonas remotas y escarpadas a lo largo de la Península Antártica y en las islas del Atlántico Sur. Para medir la producción de hierro de estas aves, los investigadores cartografiaron las colonias con drones y midieron el volumen de caca de una de ellas, situada en la isla Decepción. Otros análisis químicos revelaron la elevada concentración de hierro en el guano, que ronda los 3 mg por gramo.
Los pingüinos son famosos por producir una cantidad considerable de excrementos, tanto que pueden verse desde el espacio.
El hierro es vital para el océano Antártico, ya que aporta nutrientes al fitoplancton del que se alimentan muchas especies, entre ellas el krill. El krill antártico, que puede producir enjambres en número de billones, constituye una parte importante de la dieta del pingüino barbijo. Como la importante cantidad de guano que producen vuelve al océano, proporciona una fuente de hierro fácilmente disponible para el ciclo vital.
El hierro también desempeña un papel clave en la captura de carbono, ya que el abundante fitoplancton fotosintético proporciona al Océano Austral una mayor capacidad para absorber CO2 de la atmósfera. Puede que este océano sólo cubra alrededor del 6% del planeta, pero ayuda a regular el clima global y almacena el carbono capturado en su sumidero de aguas profundas.
El estudio también abre la puerta a más investigaciones sobre el papel de otras especies de pingüinos en este ciclo vital. El pingüino barbijo está estrechamente emparentado con otras dos especies, el papúa (P. papua) y el Adelia (P. adeliae), que también tienen una dieta rica en krill. Mientras que el barbijo está clasificado como de Preocupación Menor en la lista de especies de la UICN, los otros, con una población mucho menor, están ahora Casi en Peligro debido a la disminución de su número.
Aunque los pingüinos barbijo, que pueden medir unos 76 cm y pesar más de 5 kg, siguen siendo unos 3,42 millones, son la mitad que hace 40 años. Se cree que el declive está relacionado con el cambio climático, que está afectando a la distribución y biomasa del importantísimo krill. Un estudio anterior consideraba a esta especie los «centinelas marinos», por el papel que desempeñan las aves como indicadores del cambio medioambiental.
Los investigadores esperan que su estudio ayude a concienciar sobre el impacto ecológico directo que tienen los pingüinos en el mantenimiento de la vida en las aguas que rodean sus hábitats.
Más información: csic.es
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