El cambio climático es el principal factor que provoca el aumento del tamaño de los incendios forestales en Australia, según un estudio que demuestra que la superficie media anual quemada ha crecido un 800% en los últimos 32 años.
La investigación, realizada por la agencia científica nacional CSIRO y publicada en Nature, revela que los cambios meteorológicos debidos al calentamiento global son la fuerza motriz del auge de los incendios forestales en Australia.
El informe de la CSIRO señala que hay otros factores que influyen en el alcance y la intensidad de los incendios forestales, como la cantidad de vegetación o la carga de combustible de un bosque, el tiempo transcurrido desde el último incendio y las quemas de reducción de riesgos.
El Dr. Canadell dijo que el estudio mostraba que la relación entre las condiciones meteorológicas y climáticas y la magnitud de los incendios forestales era tan estrecha que estaba claro que estos factores superaban con creces a todos los demás impulsores de los incendios.
Los científicos del clima han descubierto que el cambio climático está aumentando los principales factores de riesgo de incendio identificados por el estudio del CSIRO, ya que el sureste de Australia es cada vez más caluroso, más seco y, en una tendencia especialmente preocupante, más propenso a los vientos fuertes en los días de verano extremadamente calurosos y secos.
El estudio muestra que los incendios son cada vez mayores y más frecuentes. Si se compara la primera mitad del periodo de estudio, de 1988 a 2001, con el periodo comprendido entre 2002 y 2018, la superficie forestal media anual quemada en Australia aumentó un 350%. Esa cifra se dispara hasta el 800% cuando se incluyen los incendios de 2019-20, que quemaron más de 24 millones de hectáreas de terreno.
Los megaincendios, que queman más de un millón de hectáreas, han aumentado «notablemente», ya que tres de los cuatro registrados desde 1930 se produjeron desde el año 2000, mientras que el intervalo entre los grandes incendios ha tenido una «rápida disminución», dice el estudio.
Los resultados del CSIRO ponen en duda los llamamientos a usar la tala de bosques autóctonos como herramienta de gestión de los incendios forestales.
El aumento de la frecuencia de los incendios forestales hace que el monte tenga cada vez menos tiempo para recuperarse, lo que está cambiando los ecosistemas y amenazando la supervivencia de muchas plantas y animales que luchan por adaptarse al ritmo del cambio y la pérdida de hábitat.
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