De millenials para millenials y, también, para quienes llegan por detrás, como los miembros de la generación Z. Para ellos, así como para los millones de estadounidenses para los que los sistemas solares domésticos se sitúan a años luz por su elevado coste o por vivir de alquiler, la organización sin ánimo de lucro Solstice, fundada por las jóvenes Sandhya Murali y Steph Speirs, ofrece un alternativa que pone a su alcance la energía limpia: las comunidades solares.
Con ellas, la entidad asegura que se lleva «la solar a cada estadounidense». Esto es así porque este modelo «cambia las reglas del juego». Para ello, cualquier persona interesada en beneficiarse de las energías limpias, pero sin acceso a las mismas, puede hacerlo no con la compra del correspondiente sistema y la instalación en su casa, sino con la mera suscripción a un jardín solar a gran escala.
De esta forma, sin instalación alguna (y sin los costes que esto implica), quien se inscriba a estas comunidades puede ver reducido su gasto anual en electricidad en una media del 10%. A esta ventaja se suma otra: el impacto ambiental que se propicia con esta acción, que reduce las emisiones y la contaminación de la comunidad.
«Las comunidades solares son la alternativa más asequible dentro de la energía solar», defienden desde esta ONG creada por dos expertas muy jóvenes que, así, eliminan barreras para el acceso a las renovables por parte de los miembros de su generación, de las que vienen por detrás y, en general, de los estadounidenses que no pueden instalar sistemas para la captación de energía solar.
Sumarse a esta iniciativa es sencillo. Para ello, cualquier persona interesada se mantendrá con su proveedor de energía habitual. Entretanto, Solstice buscará una granja solar próxima, determinará cuánta energía necesita el interesado y, finalmente, reservará para él los paneles necesarios en la instalación.
Así, sin cambios en sus viviendas y sin pago de cuotas por adelantado, lo que los miembros de estas comunidades recibirán serán créditos en sus facturas que se traducen en un ahorro de entre el 5 y el 15% del gasto anual.
«Queremos llevar la energía solar a inquilinos, a gente joven, a comunidades con pocos recursos… en definitiva, a quienes más necesitan ahorrar», asegura la ONG. Para ello, esta avanza hacia lo que años de desarrollo de la industria y de subsidios públicos no han logrado en prácticamente ningún sitio: que el acceso a esta fuente de energía limpia se extienda, también entre quienes no tienen los recursos suficientes para afrontarla, entre ellos los más jóvenes.
Con ese fin, continúan los esfuerzos de esta entidad que se enfoca en tres áreas: el trabajo con los desarrolladores para fomentar la construcción de instalaciones solares comunitarias; el apoyo a las comunidades cercanas para conectarse a estos jardines soles y, por último, la supervisión de que cada persona inscrita recibe un crédito en su factura por la energía limpia que genera su porción en el jardín solar.
En esta línea, la entidad acaba de lograr la puesta en marcha de un nuevo proyecto de comunidad solar en el estado de Nueva York con más de 8 megavatios de energía. Con tres parcelas de hasta once acres cada una (unas 4’4 hectáreas), el proyecto, el más reciente impulsado por la ONG, tiene capacidad para llevar la energía solar a 400 familias. Sin embargo, se estima que todavía 90 millones de hogares estadounidenses ven su acceso limitado a la energía solar por cuestiones como la alta inversión necesaria o la falta de espacio.
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