Con el objetivo de proporcionar alimentos saludables a los astronautas que participen en misiones de larga duración en el espacio, la NASA y la Universidad de Arizona trabajan sobre un prototipo de invernadero que permita cultivar frutas y verduras en Marte o en la Luna, para lo que, previsiblemente, estas estructuras quedarían enterradas para que las producciones no estuvieran expuestas a la radiación. Un invernadero que, como muchos de los inventos desarrollados para el espacio, después acaban aplicándose en la tierra.
Estos invernaderos espaciales sobre los que se trabaja desde el proyecto Prototype Lunar/Mars Greenhouse [Prototipo de invernadero lunar o marciano] están ideados como parte del sistema de soporte vital de los astronautas, con lo que funcionarían en una suerte de circuito cerrado por el que uno y otro se aportarían mutuamente. Así, de un lado, el dióxido de carbono liberado por los astronautas se encaucaría hacia los cultivos que, a su vez, lo convertirían en oxígeno del que se valdrían los profesionales en el espacio, que obtendrían también comida fresca a lo largo del año, gracias a esta innovación.
Entre los desafíos para sacar la idea adelante, que no han pasado desapercibidos ni para los investigadores de la universidad estadounidense ni para los científicos de la NASA, figura cómo garantizar que las plantas cuentan con el agua que necesitan. Si el lugar en el que se instala el invernadero no tiene una fuente de agua cercana, este recurso se llevaría desde la misión mientras que, si puede obtenerse in situ, ya sea como hielo o como agua líquida, se captaría allí mismo. Este recurso, eso sí, sería antes oxigenado y enriquecido con nutrientes para aplicarse de forma lenta y continua sobre la raíz de las plantas.
Otro escollo a salvar sería la supervivencia de cultivos expuestos a radiaciones sin una atmósfera que los proteja. Para ello, el plan inicial pasa por enterrar completamente los invernaderos de forma que queden protegidos y cuenten con las condiciones necesarias para el crecimiento de los alimentos. El reto que esto supone para la luz que las plantas necesitan para crecer se pretende solucionar a través de iluminación LED o con luz natural transportada mediante fibras ópticas a través de concentradores.
Por el momento, las pruebas de estos modelos de invernadero se han realizado en la tierra por lo que todavía deben darse pasos para alcanzar el objetivo que persiguen los científicos. Sin embargo, lo que sí ha sido ya posible es que astronautas de la Estación Espacial Internacional realicen pruebas con algunos de los principales desafíos que presenta cultivar alimentos en el espacio, aspecto sobre el que se experimenta con el crecimiento de productos frescos desde 2014.
De seguir profundizanzo en esta investigación, no serán solo los astronautas los que se beneficien de estos avances (aunque sí los que lo hagan más directamente). La capacidad de controlar la presión del aire y de conocer a fondo todos sus límites puede tener un efecto directo sobre la alimentación en la tierra, por ejemplo para la conservación durante más tiempo de los productos frescos.
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