La primera unidad del mundo capaz de producir electricidad a partir del ácido fórmico ya es una realidad. El dispositivo creado mano a mano por la Escuela Politécnica Federal de Lausanne (EPFL) y por la empresa GRT Group no es solo viable y sostenible, sino que destaca en cuanto a resultados. Con una eficiencia eléctrica de hasta el 45%, la innovación tiene tanta potencia como para recargar 200 teléfonos móviles de forma simultánea.
En el entorno de los 800 vatios se ha estimado, de hecho, la potencia nominal de este dispositivo que puede llegar a producir 7.000 kWh anuales. El músculo del sistema, además de su propia viabilidad, algo inédito hasta ahora, es clave en un momento en el que la necesidad de conversión química de CO2 en productos útiles “crece en importancia conforme los niveles de este gas aumentan en la atmósfera a causa de la acción del hombre”. Lo sostiene Gabor Laurenczy, líder del equipo de trabajo que ha dado forma a una unidad que, precisamente, emplea un portador de hidrógeno (el ácido fórmico), que se produce de forma sostenible mediante el uso de CO2.
Combinación más simple de todas las que existen de CO2 e hidrógeno, el ácido fórmico que se emplea ya ampliamente en industrias como la farmacéutica, la química o la agricultura, se alinea ahora con la de las energías renovables. Avales no le faltan. Con capacidad para portar hasta 590 litros de hidrógeno por litro de ácido, este líquido suple a la perfección las deficiencias clásicas del hidrógeno en materia de almacenamiento y transporte. “Es fácil de almacenar, de transportar y de manipular, además de ser producido a partir de fuentes sostenibles”, explican desde la EPFL sobre el ácido.
Con todo esto en mente, los expertos han diseñado un dispositivo que permite extraer el hidrógeno del ácido fórmico. A favor de ello juegan las dos partes principales del sistema. De un lado, este se ha dotado de lo que han bautizado como HYFORM. Esta sección del equipo en la que se emplea un catalizador de rutenio es la que permite extraer el hidrógeno. Junto a ella se ha creado además una celda de combustible de tipo PEMFC en la que se opera la reacción necesaria para generar electricidad.
Los fuertes de una y otra parte, más allá de los resultados descritos, son variados. La célula de membrana de intercambio de protones es silenciosa, además de producir gas de forma limpia, sin emisiones y sin partículas u óxidos de nitrógeno. “Es completamente eco-friendly y permite el almacenamiento de energía renovable a largo plazo”, subrayan los impulsores de la unidad integrada.
Tampoco se queda corto en ventajas el HYFORM que, destacan, no requiere grandes tratamientos y, al tiempo, puede mantener el rendimiento del catalizador también durante largos periodos. Otro punto importante que podría dar un espaldarazo a esta propuesta es que esta tecnología es escalable. Con ello, es apta tanto para su aprovechamiento doméstico, como para uso industrial. Un fuerte más, que amplía la base de potenciales beneficiarios, es que el sistema no precisa conexión a la red. “Solo necesita ser alimentado con ácido fórmico”. Con este argumento, la unidad podría encajar como solución para el almacenamiento de energía y para la producción de electricidad de fuentes limpias en áreas inaccesibles y remotas.
El logro ataja por tanto varios de los problemas clásicos del uso de hidrógeno, y amplía las perspectivas a futuro de un elemento visto por muchos como la opción por antonomasia para el almacenamiento y la producción de electricidad y calor. Para avanzar en esa dirección, el trabajo de estos expertos continúa, ahora con el desarrollo de nuevos catalizadores que permitan sustituir el rutenio por materiales más económicos que, así, mejoren la eficacia en costes de este sistema único.
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